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Fabio Guzman ArizaFabio J. Guzmán Ariza
fguzman@drlawyer.com
http://www.drlawyer.com

Escribir bien no es una tarea fácil. Para la gran mayoría, en la cual me incluyo, requiere concentración, esfuerzo y, sobre todo, control y capacidad para revisar y corregir lo ya escrito. Nadie, salvo algunos superdotados, redacta textos acabados en un primer intento, sino borradores que se someten a sucesivas rectificaciones. Las obras de consulta –diccionarios de la lengua, diccionarios de dudas, diccionarios de sinónimos y antónimos, gramáticas y libros de ortografía– juegan un papel principalísimo en esa labor de pulimento. A continuación en esta columna, nos proponemos señalar y describir las obras de consulta más importantes.

No cabe duda sobre la obra que debe encabezar la lista. El Diccionario de la lengua española1 (DRAE), preparado y editado por la Real Academia Española (RAE) desde 1780, es el diccionario fundamental de nuestro idioma, el texto de referencia de más autoridad para los hispanohablantes. Hoy día colaboran en su elaboración las veintiuna Academias Correspondientes o Asociadas de América Latina, Estados Unidos y Filipinas, lo que le da carácter normativo en todo el mundo de habla hispana. La última edición impresa –la vigésima segunda– data del año 2001. Su contenido puede consultarse desde 2005 directamente en internet (www.rae.es), con los numerosos cambios –más de 12,000– preparados ya para la futura vigésima tercera edición. El Diccionario en internet recibe a diario más de 750,000 consultas. Toda persona interesada en redactar bien el español debe tener o la edición impresa del DRAE –de venta en las principales librerías– o acceso a internet que le permita consultar el DRAE en línea.

Una segunda obra de consulta imprescindible y de carácter normativo es el Diccionario panhispánico de dudas2 (DHD), editado por primera vez en el año 2005, por los miembros de las veintidós Academias de la lengua española, como respuesta a los millares de preguntas que les llegaban sobre el correcto uso del idioma.3 Su propósito es resolver las dudas más habituales que plantea el uso del español en todos sus aspectos: el fonográfico (dudas sobre pronunciación); el ortográfico (dudas sobre grafías, acentuación y puntuación); el morfológico (dudas sobre plurales, femeninos y formas derivadas, conjugaciones de verbos); el sintáctico (dudas sobre construcción y régimen, concordancia, forma y uso de locuciones, etc.); y el lexicosemántico (impropiedades léxicas, uso de neologismos y extranjerismos). Al igual que con el DRAE, el Diccionario panhispánico de dudas puede consultarse tanto en su edición impresa como en línea (www.rae.es), con la ventaja para las consultas en internet de que se dispone de una versión actualizada y enriquecida con los cambios aprobados hasta la fecha de la consulta para una futura segunda edición.

En lo que atañe exclusivamente a la ortografía, el texto normativo es la Ortografía de la lengua española, preparada por la RAE en estrecha colaboración con las demás Academias de la lengua y publicada en el año 1999. La edición impresa se encuentra disponible en las principales librerías del país. Se puede también consultar su texto en internet en la página de la RAE.

En cuanto a la gramática, hasta hace poco no existía un texto normativo actualizado de la RAE, puesto que el último databa del año 1931. Aunque por años se sabía que se trabajaba en la elaboración de una nueva norma, no fue sino el año pasado (2007) que el texto básico de la Nueva gramática de la lengua española fue aprobado por las veintidós Academias en el XIII Congreso de la Asociación de Academias celebrado en Medellín (Colombia). Su publicación se hará este año (2008), pero ya es posible consultar el texto en linea en la página de la RAE. Según informa la RAE, “por primera vez en la historia de la Filología Hispánica, la Nueva gramática ofrece una completa descripción de la unidad y de la variedad del español en el ámbito de la gramática, ilustra las construcciones con ejemplos precisos, y valora la corrección y la propiedad de los usos analizados, poniendo claramente de manifiesto que la norma de corrección no la proporciona un solo país, sino que tiene carácter policéntrico.” La Nueva gramática se venderá acompañada de un DVD que recoge las distintas pronunciaciones y sonidos del idioma español.

Si luego de consultar estas fuentes aún no se obtienen las aclaraciones deseadas, queda un último recurso: una consulta directa a la Real Academia a través de su servicio de consultas lingüísticas en internet. Para ello, el interesado debe llenar un formulario diseñado al efecto que aparece en la página web de la RAE. He utilizado este servicio en varias ocasiones y siempre he recibido respuestas completas a mis inquietudes, por correo electrónico, en un plazo de una semana, más o menos.

Hay muchos otros libros y servicios de consulta en adición a los de la RAE que, aunque no tienen carácter normativo, suelen ser a veces más didácticos que los textos oficiales. Me limitaré a señalar varios de mis favoritos: El Diccionario ideológico de la lengua española, el Diccionario de sinónimos y antónimos de la lengua española, Perdón, imposible, Gramática didáctica del español; y en internet: www.elmundo.es/diccionarios y www.wordreference.com/es. En todo caso, lo importante es tener obras de consulta fiables que nos permitan esclarecer nuestras dudas y escribir bien.

Para terminar, continuamos con nuestro recuadro mensual de incorrecciones comunes en el mundo jurídico dominicano.

Aperturar: Verbo incorrecto muy común en el mundo bancario dominicano, el cual ya he visto usarse en textos legales. Nos dice el Diccionario de dudas: “A partir del sustantivo apertura (‘acción de abrir’), se ha formado el verbo aperturar, que ha empezado a utilizarse en los últimos años como equivalente de abrir:.. Es especialmente frecuente en el lenguaje bancario, donde se ha puesto de moda la expresión aperturar una cuenta, en lugar de abrir una cuenta. Su uso no está justificado y debe evitarse.” Lo correcto pues es abrir una cuenta bancaria, no aperturar una cuenta bancaria.

Aplicar y aplicación: No debe emplearse con el sentido de solicitar o solicitud, por calco del inglés to apply y application, por ejemplo: aplicar a un trabajo, aplicar a una beca. Lo correcto es solicitar un trabajo, solicitar una beca. El Diccionario de dudas califica estos usos de calcos censurables, y nos indica que en español Aplicar(se) significa: “...como transitivo, ‘poner [una cosa] sobre otra’, ‘emplear o poner en práctica [algo] con un fin determinado’ y ‘referir o asignar [un nombre] a alguien o algo’: «El doctor [...] aplicó su oído al pecho del niño»... Como intransitivo pronominal significa ‘poner el máximo esfuerzo e interés en realizar algo’ y lleva un complemento introducido por a o, menos frecuentemente, en: «Me apliqué a una tediosa labor de limpieza»...; «El jardinero deberá aplicarse en conservar la mayor cantidad posible de ramas jóvenes»...”

Resolutar: Barbarismo utilizado con frecuencia en nuestros Ayuntamientos que ya tiene presencia en nuestro mundo corporativo. Creado a partir del sustantivo resolución (“Acción y efecto de resolver”) se utiliza como equivalente de resolver. Es incorrecto la asamblea resoluta; lo correcto es la asamblea resuelve.


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