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NEGOCIACION Y MEDIACION - Conflicto, litigio y violencia: distinciones (1 de 2)
 

Nelson Espinal BaezNelson Espinal Báez
Associate
MIT- Harvard Public Disputes Program Harvard Law School
nespinal@cic-team.com





Los métodos de solución de conflictos, en muchas de sus vertientes: negociación, diálogo, mediación, verdad y reconciliación, construcción de consenso y otros, son métodos que no sólo sirven para “solucionar conflictos”, sino que son procesos eficientes e inteligentes para tomar decisiones, ejercer influencia, construir consenso en políticas públicas, crear valor, generar governanza y construir gobernabilidad.

Se trata de un nuevo paradigma científico y filosófico para generar transformación social. Para darle una idea al lector, el 80% de las campañas electorales de Europa, Estados Unidos y América Latina tienen expertos en la materia en sus equipos.

Para construir este nuevo paradigma científico hay una convergencia interdisciplinaria que empieza a dar lugar a una perspectiva con base diferente, denominada “las ciencias de la complejidad”, que procura una colaboración entre las ciencias “duras” y las ciencias sociales, afirmando con toda propiedad que los sistemas complejos, como los seres vivos, el cerebro, los sistemas sociales, no se agotan ni se abarcan desde una sola disciplina tradicional, sino que para su estudio se requiere del conocimiento y las técnicas de varias disciplinas.

El fundamento básico de la perspectiva de las ciencias de la complejidad es la transformación de la noción de realidad y de la del observador. Esto provocó un cambio profundo en la relación observador-observado, en la cual ya no se acepta que podamos conocer una realidad única independiente del observador y, por el contrario, “propone que existen tantas realidades como modos de vivir surgen en cada ser”.

Se afirma que nunca es posible, para alguien que observa una parte de la realidad, captarla objetivamente. Los sistemas ya no podían continuar analizándose como independientes del ojo del observador, con lo que se inicia la etapa de la llamada cibernética de segundo orden, de acuerdo a la antropóloga Margaret Mead. No podemos operar como si un observador no fuera miembro del sistema que observa. Surge la noción de co-construcción, que en esencia significa que el observador es co-constructor del sistema que observa.

Igualmente uno de los errores más frecuentes, heredados por la legislación norteamericana, es llamarle “Alternativas” a estas disciplinas dando la impresión de que lo normal es resolver una diferencia a través del litigio.

En este sentido, un litigio no es más que un conflicto “judicializado”; es decir, un litigio no es más que un conflicto visto y analizado a través del marco legal y judicial. En otras palabras, la diferencia básica entre litigio y conflicto, es que el primero ve los conflictos, exclusivamente, desde el punto de vista jurídico-legal, y en esta nueva ciencia vemos tales diferencias desde el punto de vista interdisciplinario, donde no sólo interviene la Ley como método de análisis, sino que en nuestro marco de análisis e influencia entran las ciencias políticas, la sociología, la antropología, la psicología, la ontología, la comunicación estratégica, la física cuántica, las matemáticas, la economía, entre otras disciplinas. Siendo la ley y el derecho una herramienta para ejercer tal influencia y un criterio para tomar decisiones legítimas y objetivas.

El conflicto en esencia no es negativo ni es positivo; constituye la dinámica esencial del desarrollo social, político y humano. Es parte de la realidad. Lo negativo en sí mismo es la violencia. En términos colectivos e individuales, el conflicto libera energías de transformación. La clave es manejarlos constructivamente.

En términos políticos, lo significativo es poder construir marcos con los que el conflicto pueda ser canalizado, pero sin confundir ese marco con algo intocable y sacrosanto, en razón de que una de las virtudes de la democracia es su capacidad de contener altos grados de contradicciones y conflictos. Y ello es positivo, ya que sin conflictos no hay innovación, y gracias a éstos, la democracia en sí misma se transforma. Esto no quiere decir que muchas veces no debemos prevenir el conflicto; por el contrario, su prevención puede ser muy útil, pero sin confundir la prevención con la opresión, lo cual puede ser síntoma de regímenes autoritarios, donde todo movimiento disidente es violentamente reprimido.

En otras ocasiones debemos externar el conflicto, hacer que afloren para cambiar un status quo injusto e inoperante: “Martin Luther King externalizó el conflicto por los derechos civiles. Su estrategia no impidió que lo asesinaran, pero durante su vida mantuvo la atención pública donde debía estar. King reforzó repetidamente el mensaje de que no había ningún conflicto entre blancos norteamericanos y él, ni siquiera entre los norteamericanos blancos y negros. El conflicto se planteaba entre los valores norteamericanos y la realidad de los Estados Unidos”(1), afirma Ronald A. Heifetz de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de Harvard. Esto está relacionado con lo que se denomina “orquestar” el conflicto, para con ello generar transformación y cambios en la colectividad.

Hay casos en los que es fácil afirmar que los costos del conflicto son demasiado altos para los ciudadanos y para la sociedad en general. Hay otros en los que la ausencia de conflicto tiene también su costo, como ocurre, por ejemplo, en los regímenes autoritarios donde todo movimiento disidente es despiadadamente reprimido. Por eso sustentamos en el MIT-Harvard Public Disputes Program y en Cambridge Internacional Consulting: “De hecho necesitamos más conflictos, pero tratados constructivamente”.

El conflicto nos priva de la ilusión de que controlamos las circunstancias; nos obliga a desarrollar aptitudes, actitudes y recursos que no pensábamos que teníamos. Nos obliga a valernos por nosotros mismos. Por eso lo evitamos, lo rechazamos, lo reprimimos, fingimos no verlo e intentamos olvidarlo. Lo único que queremos es que desaparezca, pero sigue empeorando hasta que se hace patente, explotando nuestros miedos, pero también nuestra prepotencia.

Una vez que conocemos las causas del conflicto podemos tenerlo en nuestro poder y ya no nos dejamos llevar por sus impulsos oscuros, debido a que la resolución de conflictos es básicamente un proceso que consiste en sacar un asunto oculto de las aguas tenebrosas a la superficie, para que sea visible. Una vez expuesto a la luz, el conflicto nos puede enseñar muchísimo. Nos dice lo que no deseamos oír, pero necesitamos escuchar. Si lo reprimimos lo hacemos más destructivo, más insidioso y menos manejable.

En términos político-sociales, el conflicto tiene que ver con los fines concretos que los adversarios persiguen y, al mismo tiempo, con las interpretaciones que éstos hacen de lo que está en disputa. La mayoría de las veces el asunto en controversia es el punto focal de soterradas diferencias de las que los antagonistas sólo tienen un conocimiento parcial; diferencias éstas que, si se ignoran, es muy probable que más adelante salgan a la superficie.

Por regla general, manejar un conflicto de modo efectivo consiste no sólo en hacer algo con respecto al asunto, sino también tener en cuenta los motivos más profundos. Los conflictos se enconan no sólo por el valor intrínseco que tenga la cosa en disputa, sino por la importancia psicológica y cultural que tenga el perder o ganar dicha cosa o asunto. Es decir, el conflicto está compuesto por una conducta interpretativa y unas disposiciones psicoculturales que actúan como un filtro a través del cual se comprenden las acciones.

Esto nos lleva a afirmar que la cultura que una sociedad tiene del conflicto define lo que la gente valora, las formas adecuadas de conseguirlo, la postura ante otros que busquen lo mismo y las instituciones y prácticas que ayuden a determinar el curso de las disputas sobre cuestiones de valor(2).

Algunos autores han clasificado los conflictos por su nivel de intratabilidad, como el caso de Christopher R. Mitchell. De hecho en la Universidad de Colorado en Estados Unidos lo hemos rebautizado con el término “Más allá de la Intratabilidad” (Beyond Intractability), formándose el proyecto académico con el mismo nombre. También tenemos al Prof. Ted Gurr de la Universidad de Maryland, que lo clasifica por su extensión y su relación con los entes en conflictos.

En general existen múltiples herramientas para estudiar y comprender los conflictos desde la Metodología de Evaluación de Conflictos (Conflict Assesment) hasta el Análisis de Cuatro Cuadrantes, entre otros métodos que compartiremos en futuras reflexiones. Mientras tanto, en nuestra próxima entrega estudiaremos brevemente el tema de la Violencia.
____________
(1) HEIFETZ, Ronald A.., Center for Public Leadership, Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard.
(2) HOWARD ROSS, Marc., “The Culture of Conflict. Interpretations and Interests in Comparative Perspective”, Yale University Press, 1995.

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